La carretera A-397, eje vital para la comarca de Ronda, sigue cortada semanas después de los destrozos causados por la borrasca Jana. Aunque tanto el Gobierno andaluz como la oposición socialista coinciden en la gravedad de la situación, sus continuas disputas y la falta de soluciones concretas tienen a vecinos y empresarios al borde del colapso.
La consejera de Fomento, Rocío Díaz, insiste en que la Junta ha actuado «con la máxima urgencia», destacando los 3,5 millones invertidos y el refuerzo de autobuses. Pero el PSOE, a través de sus portavoces Josele Aguilar e Isabel Aguilera, sigue denunciando la lentitud de las obras y la falta de ayudas directas a los afectados, acusando al presidente Moreno de «desentenderse» del drama humano.
Mientras los políticos se enredan en acusaciones, la realidad es que la A-397 sigue cerrada sin fecha clara de reapertura. Comerciantes, transportistas y trabajadores ven cómo sus negocios se resienten día a día. «Nos tienen abandonados», denuncia un vecino de Ronda. «Hablan mucho, pero aquí seguimos, con la carretera rota y sin saber cuándo podremos recuperar la normalidad».
El caso de la A-397 se ha convertido en otro ejemplo de cómo la clase política es capaz de coincidir en el diagnóstico pero incapaz de actuar con decisión. Mientras tanto, la ciudadanía paga las consecuencias de una crisis que, más allá de infraestructuras, evidencia la desconexión entre los dirigentes y la gente a la que dicen servir.
