El sol resalta las líneas amarillas del campo de fútbol del césped artificial.
Marcos (6 años): – ¡Profe! ayer te vi por la calle, ibas to despistao con el móvil.
Se cruzan en el camino los alumnos que salen y los que llegan.
Marcos (6 años): – En verdá no te vi yo, te vio mi padre y me dijo: – ¡Mira Marcos! Tu profe de fútbol, ahí va to despistao con el móvil.
Los pequeñajos que van llegando cogen balones y se disponen a ese tiempo libre que tanto
les gusta, jugar por jugar. Unos minutos, hasta que lleguen los demás y empiece el
entrenamiento.
Marcos (6 años): – ¡Profe! ¿tú por qué eres nuestro entrenador? ¿Por qué no entrenas al Real Madrid ?
Verles en este tiempo previo a la clásica estructura de clase da qué pensar. Se divierten,
se ríen, se ponen de acuerdo, establecen normas y la respetan.
Marcos ( 6 años): – En verdá me lo ha dicho mi padre, le pregunté que si tú siempre ibas a ser nuestro entrenador y me dijo: ¿Quién sabe Marcos? A lo mejor lo ficha el Real Madrid.
No hay tarde en la que algunos de los que se marchan no vuelvan corriendo tras un olvido.
Los guantes de porteros, la sudadera, la botella de agua. Siempre se olvidan algo y vuelven a recuperarlo con una sonrisa.
Marcos (6 años): – Mi padre, era súper bueno profe, fue jugador de fútbol de los que siempre ganan y meten muchos goles.
Cada uno trae una historia, un corto pasado, una ilusión, algo que contar. A cada uno les
brillan los ojos de forma diferente.
Marcos(6 años): – En verdá no era para tanto profe. Se lo pregunté a mi madre, le dije: mamá , ¿papá ha sido un jugador de fútbol de los buenos que siempre ganan? y me dijo: – No creas que era para tanto, Marcos. Ganar lo que es ganar, sería en algún recreo.
