viernes, 19 abril 2024
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Pueblos condenados a la despoblación

La despoblación cuasi generalizada en el ámbito de los pueblos de escaso número de habitantes es un mal enraizado en los últimos tiempos y que se agudiza con el paso de los años. Se rehúye vivir en pueblos de escasa densidad de población porque las razones para sobrevivir en ellos son altamente dudosas cuando no imposibles. Se cuentan por millares las familias que abandonaron estas tierras en pos de nuevos y más gratificantes esperanzas de vida. Conscientes de estas situaciones límites, en la primera semana del mes en curso, Benaoján ha sido el escaparate en donde han expuestos los males de esta situación y se bosquejaron medios para hacerles frente y, en lo posible, erradicarlos.

   La comarca rondeña ha sido el meollo de los estudios encaminados a, si no acabar con este drástico problema de manera radical. sí de enjuiciar las soluciones que vengan a poner coto a esta «desbandá» de personas que huyen de su tierra natal en busca de otros horizontes de vida más halagüeños para ellos y sus descendientes. Con la primera edil de Benaoján, Soraya García, a la cabeza, bien conocedora de este candente problema que amenaza con la  soledad  y olvido manifiesto que acusan los pueblos de la comarca, inmersos en situaciones económicas más que deplorables, sus escasos habitantes se ven en la necesidad de abandonar el pueblo en busca de horizontes más halagüeños para sus vidas. La alcaldesa ha sido contundente en la exposición de los agudos problemas que acusan tanto su pueblo como los colindantes, inmersos en una situación extrema sobre el que sobrevuela la inercia de quienes tienen en sus manos la solución de enquistados problemas tanto económicos como de índole existencial.

   El Ayuntamiento de Benaoján, con el objetivo de poner freno a la «desbandá», problema acuciante que se generaliza, como digo y es notorio, en todos los pueblos de la Serranía de Ronda, ha tenido a bien convocar para el estudio y la posible solución  a un  mal endémico en la zona y que amenaza con una despoblación radical de los pueblos que la componen, a estudiosos universitarios de diversas ciudades españolas que vengan a dar posible solución al acuciante problema que los acucia  y los asola de manera ostentosa.

   El caso, flagrante en su consideración, es que no muy lejos de estos pueblos serranos que se debaten en la escasez e inoperancia para salir de su atasco tan económico como poblacional, existen zonas de la provincia malagueña en los que, por contra, gozan de un situación extremadamente boyante tanto en lo económico como en los existencial, caso de la Costa del Sol, en donde se respira el bienestar social y la preponderancia del bien vivir sin acuciantes problemas económicos, y que para mayor inri, se encuentra a poco más de una hora de estas otras localidades  que se debaten,  sino en la miseria, sí soportando serios problemas de supervivencia entre sus moradores.

   Cabe preguntarse cómo, a muy corta distancia, caso de la próspera Costa del Sol, existen pueblos que ofrecen una densidad de población manifiesta, y en el interior más pRóximo, por contra,  abundan  otros lugares que ven cómo sus índices de población van a menos y que  una «desbandá» prolongada amenaza con convertirlos en pueblos fantasmas y solitarios que muy difícilmente, si n o se adoptan medidas que vengan a quebrar esta tendencia, vengan a ser pueblos fantasmas, en los que sus habitantes, se las ven y desean para susbSistir.

   Romper esta tendencia que asola a buena parte de localidades más al sur   del sur se impone, y los jerarcas políticos, como es un clamor general deberían ser conscientes de esta flagrante realidad y traten de hacerles frente echando manos a diversas soluciones que vengan a frenar la progresiva decadencia que los asola y que si no se pone coto acabará convirtiéndolos en pueblos fantasmas condenados a una decadencia más que ostentosa.

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