martes, 19 marzo 2024
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Don Manuel Baena, inmemoriam

Fue el 4 de abril de 2017 cuando publicamos en Ronda Semanal una extensa y merecidísima entrevista con Manuel Baena. Doble página y a todo color, qué menos. El resultado final rezumaba humanidad y toda la frescura que el entrevistado fue dejando caer en sus aseveraciones certeras y siempre educadas.

Gracias a la facilidad con que Manolo abría sus interioridades, terminé dibujando una de las semblanzas de las que, por su serena amenidad y lo mucho que aportó a la historia reciente de Ronda, más satisfecho me encuentro.Reconozco que todavía me emociona releer sus respuestas cargadas de bondad y comedida elegancia.

Recién había superado un ictus por aquellos días, lo recuerdo muy bien, pero ya rebosaba de nuevo la vitalidad que le caracterizaba. No era Manolo persona de aquerenciarse en tablas. Manuel Barroso fue el responsable de una serie de fotografías que dan fe de lo mucho que puede decirnos de una persona su rostro, un simple gesto, un posado «señorial» con las montañas al fondo; en todas aquellas instantáneas Manolo Baena destilaba el empaque y las formas de quien vivió y protagonizó buena parte de la llegada de la democracia a nuestra ciudad.

De modo que, por más que supiera que andaba pachuchillo, no pudiese dar crédito a la noticia de que se nos había ido justo en el umbral de los sesenta y nueve años. Obligado es decir que se nos ha ido dejando un reguero de amigos de toda opinión y condición, amén de un vacío familiar, social y afectivo que costará llenar.

Poco más puedo decir que no se dijera en aquella entrevista, que hoy, a modo de homenaje, volvemos a publicar. Nada de epitafios. Las verdades y los cariños en vida. Sirvan, pues, sus palabras de hace casi seis años para darle nuestro más sentido adiós desde Ronda Directo, si bien es cierto que su recuerdo seguirá llenando por mucho tiempo nuestras conversaciones a poco que hurguemos en el pasado más reciente de Ronda. El más sentido pésame a su familia, con un alto muy especial en su señora e hijos. Un hasta luego, Manolo, eso es todo. Y que Adonai te acoja como solo merecen quienes tuvieron el arte de hacer de los barrenderos unos auténticos poetas del carrito y la escoba.

“La gente solo ve lo negativo de la política, y eso no es justo”.

Manuel Baena, exgerente de la empresa Soliarsa, una mirada limpia a pie de calle, ya forma parte de los paisajes urbanos de Ronda

Ángel Azábal Vázquez, 4 de abril de 2017

Y como se ve a la legua el cariño que le tengo, a porta gayola afirmo que don Manuel es un sentimental en estado puro: bonhomía: andar pausado: verbo comedido del que calla tanto como sabe, que por algo se ha dejado más de media vida apechando con las quejas de los vecinos y negociando con el político de turno.
Decir Baena en Ronda es hablar de poetas y carritos con escobas. Amigo de sus amigos, y conocidos a espuertas, Manolo siempre se muestra respetuoso, y si por algo se distingue es por la espontaneidad y la habilidad con que fue sorteando todo tipo de obstáculos a lo largo de los años. Y quien dice sortear dice lidiar, que de toros también sabe, y no poco.

¿Quién ha sido Manolo Baena? Y no me escurra el bulto, pues de política hablo.
— Solemnes vamos… No quisiera pecar de falsa modestia, pero he procurado ser una persona normalita, si acaso un rondeño fascinado por su ciudad, y ya puestos, pues eso: un hombre enamorado de su pueblo y de su gente. Pero eso te lo dirá todo el mundo…

No crea usted. Hoy día no resulta tan sencillo reconocerse normal. Hábleme de sus orígenes.
— Vengo de familia humilde y lo que tengo lo gané trabajando. A mí nadie me regaló nada. Comencé a trabajar con quince años en Casa Puya y desde entonces hasta hoy. Mi padre tenía una taberna en la calle Sevilla y así íbamos tirando. Cada día me acuerdo más de él… Había sido oficial republicano y eso deja huella.

Ahí quería llegar, a aquella taberna que algunos evocan como un lugar mágico de esa Ronda de la que tan poco queda.
— A mí todavía me parece estar viviendo el ambiente de la taberna, con gentes del toro y del flamenco, comerciantes y dependientes, o los que venían de los pueblos. La taberna de mi padre fue la mejor de las escuelas. No tuvo suerte, el pobre… Se nos fue con cincuenta y ocho años, cuando le removieron una bala que tenía dentro desde la guerra, sin saberlo. Por cierto, que el negocio estaba a nombre de mi madre porque como él había servido a la República -más tres años en un campo de concentración-, pues eso, que no podía tener nada propio.

Aquello debió marcarle no poco…
— Desde luego, pero mi padre no era persona dada a recrearse en los rencores. Tenía sus ideas y las conservó, pero mirando siempre al futuro, y en eso he salido a él.

Me consta, porque tiene usted amigos de todos los colores y en todas las formaciones.
— A los amigos hay que mimarlos desde la sinceridad: si es que sí, se dice sí, y si es que no, pues no, pero por derecho. Las personas son sus sentimientos antes que sus ideas. Y a mí me educaron en el respeto. Mira… He trabajado con alcaldes y alcaldesas de todos los partidos, pues bien, me he jubilado con un recuerdo entrañable de todos. Sin excepción. Unos habrán estado más cerca de mis ideas que otros, pero siempre colaboré desde el respeto. Porque yo habré aguantado lo mío, pero ellos, no veas… La gente solo ve lo negativo de la política, y eso no es justo.

Concejal comunista en los delicados tiempos de la Transición.
— Milité en el PCE desde muy joven, pero cuando de verdad me implico en el partido es a mi regreso de la mili. Aquí no había más oposición al franquismo que los comunistas, al menos hasta que Felipe se hace con el PSOE en Suresnes. Decir antifranquista y comunista era lo mismo. O sea que acabo la mili y vuelvo a Ronda en plena clandestinidad aún, y fue entonces cuando los comunistas, que éramos muchos, decidimos dar el salto a las instituciones.

No sería fácil.
—  Desde luego que no, pero nos movía la ilusión de cambiar las cosas y por primera vez sentíamos que la democracia estaba la vuelta y que había llegado el momento de pasar de las ideas a la acción política de verdad, por más que eso tuviera consecuencias nada agradables, claro. Yo mismo fui “premiado” con una mili en el Sahara y sufrí varias veces el registro de mi casa. Es lo que había.

¿Mereció la pena?
— Desde luego. Yo volvería a hacerlo.

¿Y no echa en falta ahora algunos de aquellos valores?
— Cada momento tiene su cosa. Yo creo que nosotros vivimos un momento único y, además, conocíamos la causa por la que luchábamos, que no era otra que la vuelta de las libertades robadas al pueblo en el 36, y eso, la falta de libertad une mucho. Pero no podemos vivir del recuerdo, o por lo menos yo no quiero ser uno de esos pelmas instalados en el pesimismo. Nosotros, los de mi generación, hicimos lo que debíamos, pero los jóvenes de hoy también tienen cosas por las que luchar, y muchas. Lo que pasa es que cuando se ha nacido en libertad se piensa que siempre fue así, y no es cierto. La libertad hay que ganársela cada día.

Es curioso, pero cuando he entrevistado a personas de entonces siempre acabaron poniendo a la gente por encima de las ideas.
— Y es verdad. Y con los años más todavía. Te voy a contar algo muy curioso, un detalle que a mí me enseñó que gente buena hay en todas partes.

Usted dirá.
Y Manolo Baena me cuenta la reacción que tuvo don Miguel Puya, su jefe de entonces, cuando se enteró que era comunista: “Me preguntó por qué no iba a votar en el referéndum de la Reforma y yo le dije que militaba en el PCE y que mi partido defendía la abstención. Ni un comentario. Pero no quedó ahí la cosa, pues a los pocos días alguien le afeó que tuviera un comunista en su empresa. ¿Y sabes lo que contestó don Miguel? Que lo que él quería en su negocio era trabajadores tan entregados como yo. Eso dijo”.

Las personas.
— Claro. Yo no me avergüenzo de haber sido de la OJE porque era lo que teníamos; otros lo esconden… Y de esas cosas se aprende. O a mí me sirvieron de ejemplo para comprender a los trabajadores cuando me reclamaban algo o a los políticos en su relación con SOLIARSA. Nunca he ocultado mis ideas de izquierdas, pero siempre fui leal, o lo intenté, con todos los alcaldes y alcaldesas que he trabajado. Sin excepción.

¿La vergüenza antes que las ideas?
— No lo dudes.

¿Y cómo se llega a concejal comunista en el primer Ayuntamiento democrático de Ronda? Si eran tantos, me imagino el lío para elaborar unas listas.
— Nada de líos. Entonces nos vestíamos por los pies y dábamos más valor a las ideas que a los puestos. En Ronda, te puedo decir que nadie peleaba por ir en lista. No veas la pena que me dan ahora algunas cosas…

Mejor lo dejamos.
— Sí, vamos a dejarlo. Pertenecía al comité provincial y era secretario en Ronda. En una asamblea se decide que yo vaya de uno y Sepu de dos. Y dos sacamos en las elecciones del 79. Nos supieron a poco para lo mucho que habíamos trabajado. Pero yo creo que estábamos pagando los errores de una dirección nacional que presentaba caras que a la gente le recordaba épocas que no quería repetir. Si a eso añades la fuerza de Felipe, pues está claro. El PCE apoyó el Pacto por Ronda con UCD y PSA, y cumplimos hasta el final el compromiso de mantener de alcalde a Juan Harillo. Mi recuerdo de aquellos días es más que bueno. Disgustos no faltaban, porque la política tiene tarea, pero todos los concejales mantuvimos unas relaciones formidables, de amistad diría. Me dieron las delegaciones de Personal y Hospital Municipal. Contratamos ginecólogos, traumatólogos como Eduardo Carratalá, cardiólogo… Yo creo que hicimos muchas cosas en muy poco tiempo y eso se valoraba en la calle.

Algo de cierto habría en el tópico del espíritu de la Transición.
— Sin duda. Yo recuerdo a todos mis compañeros de corporación con cariño. A todos. Y no lo digo por cumplir. Todavía tengo una grabación de José María Ortega, que estaba en AP, de cuando presenté la dimisión para ceder la concejalía a Diego Artero. ¡Un concejal de la derecha de Fraga me hizo llorar a mí, que era comunista! Ese era el nivel humano.

Hábleme de su formación académica.
— Justo cuando llego a concejal decido hacer Magisterio como alumno oficial y con veintiocho años. Después empecé Derecho y luego terminé dos cursos oficiales de Educación Medioambiental. Finalmente, me licencié en Antropología por la UNED.

Lo de Magisterio lo sabía, pero nunca pude imaginar que el gerente de SOLIARSA tuviera semejante pedigrí académico.
— Y sin embargo los comienzos no fueron buenos. La verdad es que de pequeño fui un estudiante bastante malo. Entonces en Ronda el Bachillerato solo se podía estudiar o con los curas o en el Patronato. Y mi padre, que era un comunista de los auténticos, decidió matricularme con los militares porque allí había un profesorado extraordinario…

Creía que habías estudiado en el Pérez.
— Eso fue después, en cuarto o quinto, que es cuando autorizan una extensión delegada. Yo comencé en el Patronato, donde curiosamente había muchos profesores antifranquistas. No quisiera saltarme a ninguno, pero estaban Martín Rivero, Sentí, José María Carrillo, Cristóbal, mi amigo José Manuel Montes, que era celador y también dio clases, y Salvador Mairena… Con su ejemplo, todos ellos hicieron mella. Pero yo no quería estudiar. Así que con quince años entro en las oficinas de Puya y después me saqué el bachillerato en el nocturno.

Tenemos que avanzar, don Manuel. Hablemos de cómo llega a la gerencia de SOLIARSA.
— Hay que recordar que en Ronda, hasta que se funda SOLIARSA, lo que había era un servicio privado de limpieza. Fue con Zulueta cuando se creó una sociedad de titularidad pública, una sociedad anónima con un consejo de administración que tenía un nivel increíble: el gerente de Puya, Juani Bulerías, Luis Ángel Román, Gerardo Sierra, Antonio Robles, Rafael Haro, Zulueta y yo mismo, más el secretario del Ayuntamiento y como interventor, Vicario.

Concejal, miembro del consejo de administración… ¿Pero cómo llega a la gerencia?
— Como casi todo en la vida, la casualidad tuvo mucho que ver. Alberto Bermejo estaba sujeto a la ley de incompatibilidades y decidió dedicarse a la enseñanza en FP, y es entonces cuando me ofrecen la gerencia. Antes de aceptar tuve que someterme a la aprobación de la asamblea del PCE. Después consulté con Pepe Herrera sobre la propuesta de firmar contrato como alto directivo y me lo desaconsejó. Tú ya sabes cómo es Pepe… Y me redactó un contrato extraordinario en el que se me reconocía como jefe de explotación dentro de convenio. Un acierto laboral. No me cobró ni un duro y siempre le estaré agradecido. Lo curioso es que tiempo después, cuando lo de la depuradora, mi abogado fue Toti, que tampoco me cobró…

No deja de ser curioso, pero más aún la naturalidad con que lo dice usted. En términos de limpieza, compare la Ronda que recibe con la de ahora.
— Yo creo que la Ronda actual, en cuya limpieza he trabajado tantos años, es una Ronda más limpia, más consciente de la importancia del reciclado, y en cuanto a los trabajadores, pues hemos conseguido, y en eso puse todo mi empeño, que los barrenderos se vean como operarios públicos dignos y muy cualificados.

SOLIARSA, ¿la empresa rondeña que más empleo genera?
— Me parece que sí. No recuerdo cuántos éramos cuando me hago cargo de la gerencia, tal vez cincuenta. Cuando me voy dejo alrededor de setenta, y hubo épocas en que fuimos más de cien. Donde mejor se ve el cambio es en los medios con los que se cuenta ahora. Del primer limpiador de contenedores a cepillo hasta los de chorro a presión actuales o la fregadora en las calles comerciales… Todo eso ha influido en la imagen de ciudad limpia que tiene Ronda, pero sin olvidar a los trabajadores o la calidad de los capataces, desde Capacete a Nazario, Loqui, Juan Ríos o Rafael, que hicieron posible que Ronda esté entre las ciudades más limpias de la Europa. Y no exagero. SOLIARSA fue empresa pública de limpieza antes que SADECO en Córdoba o LIPASAM en Sevilla.

Las escobas…
— Tenemos las tres escobas, que es un galardón que no se da a cualquiera. Plata, oro y platino. Lo máximo para una empresa de limpieza.

¿Qué le ha quedado por hacer?
En lo profesional creo que debí hacer más campaña con la recogida de excrementos caninos, o fomentar más el respeto a los horarios de depósito y concienciar a las comunidades y a los establecimientos de la necesidad y obligación de disponer de cuartos de basura… Vamos que tarea queda. Nosotros hemos hecho bastante y los que siguen pues tendrán que hacer lo propio para ganarse la colaboración absoluta de los vecinos, porque, ya sabes, no es más limpio el que más limpia sino el que menos ensucia. Es curioso que las barriadas más humildes, por ejemplo la Dehesa, UVA o Padre Jesús cumplan mejor que el Centro.

Jubilado, familia, amigos… Diga lo que quiera.
— Mi familia es mi fuerza. Mis hijos, unos fenómenos, mi mujer no te cuento. Yo no me he prejubilado, me he jubilado totalmente después de casi cincuenta años. Hace un tiempo, como sabes, me dio un ictus que me hizo replantearme muchas cosas. El valor de la familia, los amigos verdaderos, la tranquilidad… No me han quedado secuelas graves, aunque goteras hay.
Y me muestra unos tubitos que lleva detrás de la oreja, que no sé para qué sirven. Tampoco pregunto. «El ictus me ha dejado una parte de mecano…», comenta mientras ríe, para pasar a hablarme de sus “niños” casi con lágrimas: «Vivimos para los hijos, Ángel. Uno es arquitecto y el otro maestro de Música y licenciado en guitarra clásica. Pero yo lo único que pido es que sean buenas personas, que respeten y, sobre todo, que tengan salud. La salud es como la libertad, que  no se echa de menos hasta que nos falta».

Estoy con usted: nuestras vidas son nuestros hijos. Pero hay que cambiar de tercio: Manolo Baena, los toros, un libro tan breve como bien escrito y varios años de presidente de la Goyesca.
— En la taberna de mi padre, así como por los 50 estuvo la primera Escuela Taurina. También se cantaba flamenco del bueno. Yo los toros los viví desde pequeñito. Y con el libro creo que conseguí el objetivo de condensar el arte de los Romero, los Ordóñez y la Maestranza. Ilustraciones de Cristóbal, poemas de Pérez-Clotet, de mi compadre Juan Ortiz y de José Manuel Montes, y el prólogo me lo hace Vázquez Sentí. No podía salir mal.

¿Tanto supone presidir la Goyesca?
— Pocas cosas iguales. Yo estuve de asesor artístico nombrado por Juan Fraile, luego fui presidente y también he sido jurado del Estoque de Plata Antonio Ordoñez. Pero donde de verdad disfruté fue de asesor artístico en la Goyesca… Los toros en la Maestranza tienen algo que sólo se entiende con la poesía de Alberti, Lorca o Bergamín…

Cerramos. Matar recibiendo: tres nombres de la política rondeña.
— Ríos Rosas, Fernando de los Ríos y Francisco Cruz, el alcalde comunista durante la II República.

Yo le pedía nombres actuales.
— Y ahí no entro. No sería justo ni educado mentar a unos y silenciar a otros.
Abandonamos el Victoria embebidos aún de los paisajes de la Sierra. Manolo, don Manuel Baena, tiene comida de familia. Nos despedimos y no sé cómo, pero acabamos hablando de los turrones de Ángel Harillo. Cuando lo dejo atrás me siento a gusto. Tal vez porque es el único gerente con tres escobas: plata, oro y platino: que ha sobrevivido a todos los partidos sin caer en la ligereza de hablar mal de nadie. Bonhomía: andar pausado: verbo certero del que calla tanto como sabe. Un comunista que lloró los elogios de la derecha…

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