Esta mañana, el Cementerio Municipal acogió el IV Encuentro Fraterno en memoria de Don Antonio Gamboa, sacerdote de profunda vocación y figura emblemática para la comunidad local. El acto, al que asistieron familiares, amigos y autoridades locales, coincidió con el vigésimo aniversario de su fallecimiento y destacó la trascendencia espiritual y social del legado de Gamboa en Ronda y la región.
La jornada se inició con una misa en la Iglesia de Santa María la Mayor, donde Don Antonio sirvió como párroco hasta el año 2000, después de una vida dedicada a la fe y el servicio. Tras la eucaristía, los asistentes se trasladaron al cementerio, donde reposan sus restos. En este entorno, el sacerdote y oficial de la Santa Sede, Salvador Aguilera, junto al párroco Paco Sánchez, ofreció un sentido mensaje, rememorando aspectos de la vida de Don Antonio: “Porque es historia nuestra”. Aguilera recordó los orígenes de Gamboa, quien nació en Coín en 1912 y fue inspirado a seguir la vocación sacerdotal por su admiración hacia San Manuel González, obispo de la diócesis de Málaga.
Ordenado sacerdote el 3 de julio de 1949, hace 75 años, Don Antonio dedicó su vida al servicio religioso. Sirvió primero en Ubrique y luego en Ronda, donde fue nombrado vicario coadjutor en la iglesia de Santa Cecilia antes de convertirse en párroco de Santa María la Mayor en 1952. Destacado como «apóstol de los jóvenes», se distinguió por su empeño en enseñar la fe y promover una vida recta, actuando siempre como un modelo de caridad y humildad. Don Antonio, conocido por su sencillez, compartió cuanto tuvo y vivió sus últimos días en el asilo de Arriate de la Madre de los Desamparados, retirado y humilde, siempre asegurando que todo lo logrado era obra de Dios.
El encuentro concluyó con un ambiente de recogimiento y gratitud, agradeciendo también al Ayuntamiento su colaboración en la organización, el adecentamiento del espacio y la disposición de flores en el lugar. El homenaje contó además con la presencia de representantes de diversas instituciones de la ciudad y miembros de la familia de Don Antonio, especialmente María Victoria, quienes recordaron con cariño y respeto al sacerdote, cuyo recuerdo y enseñanza siguen vivos en el corazón de su comunidad.