Ronda ha puesto el broche final a la Feria y Fiestas de Pedro Romero con un fin de semana en el que la tradición, el ambiente festivo y la participación ciudadana han sido los grandes protagonistas. Tras una intensa semana marcada por la música, las casetas y los actos más emblemáticos, la jornada del domingo cerró la programación con dos citas que simbolizan tanto la esencia popular como el valor patrimonial de la ciudad: el Día del Niño en el recinto ferial y el Concurso Internacional de Enganches.
En el recinto ferial Ángel Harillo, los más pequeños fueron los grandes protagonistas. El Día del Niño volvió a llenar de sonrisas y de color las calles del real, con atracciones a precios reducidos que facilitaron la afluencia de familias hasta bien entrada la noche. El ambiente familiar puso un tono alegre y desenfadado al cierre de unas fiestas que, como cada septiembre, han reunido a rondeños y visitantes en torno a una de las celebraciones más esperadas del calendario local.
Por su parte, la tradición ecuestre tuvo un papel destacado con la celebración del I Concurso Internacional de Enganches de Tradición de Ronda. La cita, organizada por el Real Club de Enganches de Andalucía junto a la Real Maestranza de Caballería y el Ayuntamiento, congregó a casi una treintena de participantes de España y Portugal. El desfile por enclaves tan singulares como el Puente Nuevo dejó estampas para el recuerdo, y la prueba de manejabilidad en el interior de la Plaza de Toros, a puerta cerrada por las obras, se pudo seguir en directo gracias a la retransmisión en pantalla gigante instalada en la Alameda.
Con la entrega de premios a los enganchistas y el bullicio del último día de feria en el Ángel Harillo, Ronda despidió unas fiestas que han vuelto a combinar la devoción a Pedro Romero con la proyección cultural y turística de la ciudad. Ahora, con la vista puesta en la próxima edición, la ciudad del Tajo se guarda el recuerdo de una feria que ha sabido mantener viva su tradición, sin perder de vista la ilusión de los más pequeños ni el atractivo de sus costumbres más singulares.