miércoles, 24 abril 2024
InicioOpiniónEl azote (implacable) de la Covid-19 

El azote (implacable) de la Covid-19 

 Mucho ha cambiado el concepto que desde siglos atrás se tenía el hombre sobre sí mismo. Si hasta hace un par de años este era un lobo para el hombre capaz de fulminar a su congénere por la fuerza y sin piedad, ahora a rebufos de la Covid, se ha convertido en un ser frágil, asustadizo y huidizo que no sabe en donde meterse para esquivar sus mortales zarpazos. 

   Salíamos a la calle «a pecho descubierto» como queriendo comernos a medio mundo, y ahora, por mor de un ser insignificante, pero que es capaz de enviarnos a ese otro lugar desconocido a poco que nos hinque el diente, nos escondemos y huimos el bulto, temerosos de que nos haga sucumbir sin piedad y condescendencia.    

   Huimos con el rabo entre las piernas, como hacen los perros asustadizos ante las dentelladas de un congénere que le dobla en ferocidad y corpulencia, por lo que lo aboca a buscar pronto refugio en el esconderse. 

      Nos creíamos reyes del mundo, sin necesidad de nuestros prójimos más cercanos  para sobrevivir, por lo que les despreciábamos  olímpicamente, y ahora, a los zarpazos de un ser minúsculo, caemos en la cuenta de que somos frágiles y de que necesitamos a quienes menospreciábamos para salvar nuestra propia existencia en este mundo. 

   De fantasear a pecho descubierto por doquiera a encerrarnos en nuestras propias casas, temerosos de que un enemigo  insignificante nos abata sin misericordias.  Caminábamos por senderos que se nos antojaban firmes y seguros, y he aquí que nos encontramos ante una situación que por fuerza nos hace pensar que eran  frágiles, mudables e inconsistentes. Un bicho invisible por su pequeñez nos ha abatido  de manera inmisericorde  y viene acabando con  vidas  sin posibilidad de remisión.      

    Mayores en residencias han sufrido en sus carnes los zarpazos de este enemigo menor pero  implacable, impidiendo exhalar su último suspiro sin el aliento cercano y la mano atendida de sus familiares confortándoles para su definitiva partida hacia lo desconocido. Lo que nos ha llevado a la conclusión de los caminos inciertos de este mundo que habitamos.

    Nada es inmutable y de duración dudosa en el tiempo,  y un imperceptible, pero maléfico bicho puede enviarnos al otro mundo antes de lo que podríamos entrever. Ahora acabamos de verlo y son de temer sus fatales añagazas y temibles acometidas capaces de borrarnos en un segundo de la faz de la tierra.

Publicidad

Lo más leído...