viernes, 29 marzo 2024
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¿Solo músculo?

El aspecto mental y anímico ocupa, desde hace tiempo, un papel relevante en el mundo deportivo.

La idea de que realizar un deporte es solo cuestión de piernas, brazos, articulaciones o músculos quedó en desuso – “La cabeza es clave” – es, hoy día, una frase archiconocida en el sector.

El contexto en el que se desarrolla la actividad afecta de diferente manera. La sensación de cansancio, la motivación, la claridad en la toma de decisiones, la capacidad de esfuerzo. Todos estos aspectos son variantes y vulnerables al contexto emocional del deportista. Ejemplo: El partido celebrado en el Nou Camp en la jornada 5 de liga entre Barcelona y Granada reunió una serie de condicionantes externos que lo hizo diferente a cualquier otro partido de parecidas características.

El entorno social del Barcelona respira urgencia. La prensa se maneja entre noticias
y especulaciones. La información es digerida a su manera por la afición, y esto, condiciona su comportamiento. El estadio se presenta nervioso, exigente, con ganas de ayudar y debilitado a la vez. Los jugadores, en el centro, son inevitables hilos conductores de estas emociones.

El central del Barcelona, Araujo, mete el gol del empate en el descuento. Se agarra el escudo, se golpea en el pecho, vocifera bajo el éxtasis general de decenas de miles de personas. El estadio explota de júbilo.
No hace falta ser un sabio para entender que no solo se celebra el gol. Solo es el gol de un resultado insuficiente de una jornada cualquiera ante un rival que ni si quiera comparte objetivos. No es eso.
Es la celebración de la rabia. La liberación de unas tensiones que irremediablemente encuentran fugas. La respuesta al enfado o la incertidumbre que lastra al deportista. La erupción del volcán que expulsa, de forma natural, lo que le sobra. En deporte resulta vital por tanto, también, la gestión de lo que no es músculo.

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