jueves, 25 abril 2024
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Fallece el exutillero del C.D. Ronda, Juan González, ‘Un hombre bueno’

Texto: Daniel Harrillo.

Juan González no sólo era un buen hombre sino que era un Hombre Bueno. Tuve la suerte de conocerle en la Confitería Harillo donde empezó a trabajar desde niño, se escapaba del colegio para aprender el oficio, siendo muy niño no le gustaba tanto hacer deberes cómo aprender a amasar y a hornear y por ello en cuanto convenció a sus padres dejó la escuela por la Escuela de la Vida en la Confitería, pasando a ser desde ese instante uno más de la familia. Siempre le hemos considerado como tal, y siempre ha cuidado especialmente de mi padre Ángel Harillo, quien seguro le ha puesto una copa de vino  de Padro del Rey al llegar al cielo.

Siempre con una sonrisa en la cara , nunca le vi manifestar tristeza o dolor. Fue tan especial que incluso daba las gracias a aquellos que le pedían un favor.

Su amor incondicional estaba en la familia en primer lugar, se desvivía por su mujer Isabel y su tres hijos, después lo haría también por los nietos, especialmente su ojito derecho a quien le unía un vínculo de esos que no tiene explicación, Daniel. Luchó por sacarlos hacia adelante, haciendo todo lo posible para que a ninguno les faltara de nada, esfuerzo y trabajo siempre con felicidad. Cuando Isabel le necesitó se hizo cargo de todo, incluso le dijo a la familia que no se preocuparan que ya estaba él.

Su segundo amor era el trabajo. En su rincón creaba magia para endulzar la vida de los rondeños y serranos que a diario comían sus manjares. Siendo un hombre silencioso se le llenaba la boca con las discusiones futboleras que a diario se generaban en la Confitería, siendo este su tercer amor.

Y es que dedicó más de cuarenta años al Club Deportivo Ronda, lo hizo en los buenos momentos y en los no tan buenos, cuando la ciudad se volcaba con el fútbol local. Era el primero en llegar al campo y el último en irse, siempre se iba cargado pues se llevaba en un gran saco toda la ropa deportiva de los jugadores. Su trabajo de utillero le llevó a mantener con celo todo el material necesario para cada partido, no sólo los balones, repasar la red de las porterías y el estado de las instalaciones, sino lo más importante la ropa; y digo bien pues el barro lo llenaba todo pues los campos no son cómo los de ahora. Tiraba hasta su casa subiendo por las escaleras ese saco de ropa sucia hasta que las debaja blancas como la cal, trabajo que hacía junto a su mujer Isabel, dónde primero debían quitar en barreños la tierra para después empezar a poner lavadoras. Menudo trabajo que realizaba disfrutando pues le acercaba más a esos jugadores a los que admiraba.

Así era este gran hombre que pasó por la vida haciendo el bien de forma sencilla y silenciosa, como era él, sin una queja y con una sonrisa en la cara. Seguro que bajará cada dos por tres a ver y cuidar de los suyos, dudo que su nervio le permita estar mucho tiempo parado.

Saluda a todos los que ya marcharon y disfruta del encuentro.

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