Cuando los resultados de unas elecciones resultan tan radicalmente incuestionables como los del 19-J sólo cabe felicitar —desde la sinceridad más elegante— a quienes se levantaron 58 parlamentarios de un total de 110. No hay sitio para matices ni excusas de mal pagador, mal perdedor en este caso. Las cosas son como son y lo cierto y verdad es que el PP de San Moreno Bonilla ha descompuesto a las izquierdas extremas, ha cerrado el ciclo «artúrico» de aquella Andalucía que según algunos —entre los que me cuento— estaba abocada cuasi genéticamente al socialismo, al tiempo que ha terminado con lo que hasta ahora fue el paseo triunfal de las huestes: siempre cabreadas: de VOX. Y todo eso sin despeinarse, sin desprenderse de sus galones de presidente pelín anodino y soso, para qué nos vamos a engañar, pero al fin y a la postre resultón y fecundo en términos de votos.
Decía felicitar desde la elegancia en el sentido de reconocer el éxito de un rival, que no enemigo, que supo jugársela en el terreno de la moderación, la serenidad y el buen rollito que, por lo que se ve, es lo que más aprecia el personal. La gente no quiere algaradas, pasa de griterío, y menos aún está por ultraísmos y radicalismos que nada aportan en el corto plazo. Las promesas de ríos de leche y miel: largo me lo fiais: de podemitas y teresistas no ha calado entre los electores y los carteles con imágenes de revoluciones pendientes no han podido superar las propuestas livianas, pero pragmáticas, de una derecha que huye de Don Pelayo y que trata de pasar la(s) página(s) del M.R. de tan infausta memoria.
Se ha demostrado que cargar la escopeta con un exceso de pólvora ideológica acarrea consecuencias contrarias, muy contrarias, a las que se pretendían. Ahí ha estado, pienso, el gran error de las izquierdas y de la tropa de Abascal por el flanco derecho. El personal está hasta los higadillos, por no mentar otros aparatos de la humana fisiología cuarta y media más abajo, de eslóganes, consignas, dogmas y demás catecismos: lo que el personal ha votado es llegar a fin de mes, poder irse de playa sin renunciar a las birras en el chiringuito por culpa del precio de la gasolina, recibir atenciones correctas en las ventanillas de las administraciones, operarse de cataratas sin demoras de dos años y enterrar a Franco el de la Mili de una vez por todas con una lápida hecha con las leyes de la dependencia. Así de claro.
¿Se pueden extrapolar los resultados de las andaluzas a otras elecciones por llegar? Habría mucho que decir, aunque para mí que en autonómicas y generales estos resultados señalan claramente un camino, una tendencia que debería hacer reflexionar a las izquierdas… Donde no está tan clara la cosa es en las elecciones municipales, pues en estas el conocimiento, la cercanía del candidato es fundamental a la hora de votar y no veo yo que lo que se vota en la provincia acabe decidiendo lo que resulte en las locales el año próximo, aunque, visto lo visto y ante tamaña sorpresa, quién sabe lo que puede dar de sí el efecto inercia.
Si algo quedó claro es que las estridencias, las soflamas y los extremos se han estrellado contra la moderación de San Moreno Bonilla. Me tragué los dos debates televisados —que también son ganas— y aunque algunos no quisieran verlo, si algo resultó más que evidente fue que todos los rivales del PP mantuvieron una distancia respetuosa con el candidato Moreno, al que en todo momento reconocieron estatus de presidente. Y eso a la gente no se le escapa. Doña Macarena Olona por el contrario se dedicó a arrimar candela al PP y los resultados ya se ven: el votante no perdona que perro coma carne de perro, como se suele decir en el argot periodístico, y buena parte de sus camaradas salieron en socorro del apaleado cambiando la papeleta en las últimas veinticuatro horas.
La gente no entendió en ningún momento de la campaña que VOX, lejos de señalar a las izquierdas, se posicionara con cachiporras cayetanas frente a un San Moreno Bonilla que iba dejando pasar los minutos con la misma tranquilidad del que está en el Tintero de su Málaga 10. El trasvase de votos salta a la vista: veintitantos le daban las encuestas y en catorce se quedan: ni pinchan ni cortan: para mí que la Señora Olona se nos desempadrona de Salobreña antes de que llegue el día de Santiago Apóstol. Al tiempo. No hay mal que por bien no venga. Sólo sea por haber puesto brida al caballo de VOX deberíamos mandarle nuestros mejores deseos a don Juanma Moreno Bonilla.
¿Y las izquierdas? Demasiada ideología en estos momentos de crisis que lo embarra todo. Las ideologías sólo caben y avanzan en situaciones de normalidad económica, pero con un 40% de paro juvenil, el pan al precio que antaño tenía una caja de Ferrero Roché y el gasoil con cuentagotas, los votantes de izquierdas y de derechas y de centro —si existiera— solo quieren que el día pase y llegue el 27 para cobrar la paga extra. Es humano. No verlo es de bobos. Tan idiota como presentarse a unas elecciones divididos en dos bandos y con el PSOE de Juan Espadas dando por perdido el partido desde el minuto catorce. Espadas era un buen candidato: moderado y con cara de buenagente: pero su imagen de ordinary people no llegó a esa gran mayoría de andaluces que se ha cobrado en su persona cuestiones que se gestionaron al norte de Despeñaperros… A buen entendedor, pocas palabras bastan: paga la multa por un stop que no se saltó.
Sin embargo, el PP, que ha triunfado, que ha sabido ganar sin excesos ni algarabías, debería entender que la democracia se basa en la traición del votante: hoy voto Esto y mañana lo Otro: el voto en las democracias consolidadas como la española se otorga siempre en régimen de préstamo. O se gobierna para todos y sin vendettas, o lo que hoy son 58 rápidamente pasará a ser la Nada de Ciudadanos. Dicho queda. Y enhorabuena a la family de San Moreno Bueno y Hábil, que no mártir.
En fin, que cuando buena parte del voto joven ni se queda en la cama ni se esconde a la hora de votar el ideario conservador, la socialdemocracia y demás izquierdas deben plantearse qué coño pasó para que la Andalucía las mayorías inmensas les haya dado la espalda.
Y ahora hagamos una lectura comarcal y quedémonos con la parte positiva: Isabel Aguilera y Daniel Castilla: Daniel Castilla e Isabel Aguilera: ocuparán sus puestos en Sevilla y a no mucho tardar rularán de despacho en ventanilla urgiendo la autovía y demás deudas por cobrar. Me alegro por ambos pidiendo que no se olviden de lo mucho que queda por hacer… y reclamar.