sábado, 27 abril 2024
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El Niño de la Palma, protagonista de la música de su época

El matador rondeño Cayetano Ordóñez, el Niño de la Palma, resultó una figura destacada en su tiempo y en la historia, no sólo en el toreo, sino como personaje de la vida social y cultural. Dejando aparte el mundo de la tauromaquia, nos adentraremos en el Cayetano admirado por los intelectuales y protagonista de aquella música de moda.

El torero, buen conocedor del mundo del flamenco, se nombra en más de una letrilla. Como ejemplo, estas rondeñas:

Se llamaba Cayetano

y en Ronda la vida vio.

¡Vaya torero con gracia

en la sombra y en el sol!

Además de acudir a fiestas flamencas con los cantaores más afamados, fue uno de los responsables de la creación del estilo de los campanilleros flamencos.

En la relación de Cayetano con el arte musical, vemos que aparece como protagonista en varias piezas muy conocidas en su época. Es el caso del pasodoble flamenco El Niño de la Palma, compuesto por Fernanvert; la marcha torera El Niño de la Palma, realizada por Celda y Lefler; o el Schotis Es el Niño de la Palma conletra y música de Yust, Soriano y Martra. Estas canciones eran muy populares en aquel momento y podemos hallar numerosas referencias en los más variados documentos históricos.

En cuanto al pasodoble de Fernanvert, hay que destacar que estuvo presente en grabaciones sonoras de prestigiosas casas discográficas como Odeón o como pieza asidua dentro de las programaciones de radio de las principales emisoras nacionales: Radio Telefonía o Madrid Unión Radio. Existen también varios arreglos de la original, lo que denota que su interpretación fue una constante allá por los años veinte. Las versiones más frecuentes eran para orquesta o banda. Sin embargo, hay adaptaciones para otras agrupaciones, como la transcripción para sexteto realizada en 1930 y publicada en Unión Musical Española.

       Además de su difusión por los medios de comunicación, la partitura formaba parte del repertorio de las bandas importantes, como la de Barcelona, San Sebastián o Madrid, entre otras.

Estas obras tenían la finalidad implícita de ser utilizadas en los eventos con música en directo, como bailes, saraos o fiestas, donde se interpretaba por un grupo de músicos contratados. Paulatinamente esto se vio desplazado con el desarrollo de la música grabada. De esta forma, la proliferación de grabaciones y la influencia de la moda en sí dejaron estas composiciones en un lugar muy secundario. Ese hecho tuvo una repercusión directa en el pasodoble Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, olvidado por el paso de la historia.

El segundo de los pasodobles dedicados al Niño de la Palma, la marcha torera compuesta por Celda y Lefler, parece una nueva versión de la pieza anterior, ya que coincide en la tonalidad y en otras características de su estructura formal. De esta obra existen escasos documentos, siendo el más representativo el de la Unión Musical Española, que la editó en los años cincuenta.

El schotis titulado Es el Niño de la Palma fuecompuesto (letra y música) por Yust, Soriano y Martra para voz y piano. Sus adaptaciones son casi inexistentes, debido a que la estructura del schotis se presta menos a ser interpretado por banda u orquesta, entre otras cosas porque la gracia residía en la letra y en su interpretación, a base de declamaciones, gestos y recitados.

     En nuestro caso vemos el ejemplo, puesto que fue concebida para una voz concreta, la de Adelita Lulú, una cupletista madrileña de principios del siglo XX. Adela del Barco, cuyo nombre artístico era Adelita Lulú, pertenecía a la misma generación que Pastora Imperio, Raquel Meyer o la Argentinita. Mientras estas destacaban por el manejo del mantón y el magistral movimiento de la vestimenta, en ella, el lenguaje pícaro de la cara, ojos y manos, enfatizaba las letras:

Tié dos ojos que ametrallan,

es marchoso y postinero

y se llama Cayetano

y ha nacido en Cabestreros.

(hablado)

Es vistiendo un pollo pera,

tiene moto y hasta Ford

y es más célebre en la Corte

que el perrito Xaudaró.

(recitado)

Y por eso las mujeres

que suspiran por él, pierden la calma.

Dicen hay que Cayetano,

por su cuerpo tan gitano

es el Niño de la Palma.

Adelita fue una auténtica estrella que triunfó en los más importantes teatros del país. De manera especial lo hizo en el Trianon Palace de Madrid, donde en 1913 estrenó su más famoso cuplé ¡Ladrón!, con letra y música de Martínez Abades.

No podemos acabar este recorrido de la proyección cultural de Cayetano sin mencionar la célebre novela Fiesta, donde Ernest Hemingway se consagró como uno de los mejores escritores de su tiempo. En sus páginas el rondeño se esconde tras el personaje de Pedro Romero. Las realistas imágenes de ese mundo taurino constituyen una metáfora del desasosiego vital de aquella llamada generación perdida. Es otro ejemplo de la influencia que ejerció nuestro torero en una cultura que se perfilaba con el protagonismo de lo castizo.

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