sábado, 27 julio 2024
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La Hermandad del Huerto recupera, tras quince años, la Velada de Santa Ana

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La Hermandad de Nuestro Señor Orando en el Huerto, con la colaboración del Ayuntamiento de Ronda a través de la delegación de Participación Ciudadana, organiza la Velada de Santa Ana, una celebración tradicional que llevaba sin celebrarse desde hace más de una década. El evento tendrá lugar este viernes 26 de julio, a partir de las 20.00 horas en la plaza de Los Descalzos.

El delegado municipal de Participación Ciudadana, Ignacio Alonso, y el Hermano Mayor de la Hermandad, Francisco Pérez, han presentado esta mañana el acto. Alonso ha mostrado su satisfacción porque colectivos, asociaciones y hermandades trabajen en el desarrollo de eventos y en la recuperación de fiestas tradicionales. Ha señalado que el Ayuntamiento colabora en cuestiones como la instalación del escenario, la colocación de sillas, la seguridad y la posterior limpieza. Además, ha manifestado que este año será uno de los que mayor número de fiestas, eventos y verbenas se celebren en la ciudad, gracias a la dinamización de todos los colectivos rondeños y el gran trabajo que realizan con la estrecha colaboración municipal.

El Hermano Mayor ha destacado que, tras unos quince años, se vuelve a celebrar la Velada de Santa Ana, que servirá para recaudar fondos para la salida extraordinaria que se está preparando para el año que viene con motivo del 75 aniversario, así como para la bolsa de caridad. La fiesta contará con música en directo, una barra con precios populares y el objetivo de pasar una buena noche. Pérez ha agradecido a todas las empresas que han colaborado en la organización de esta tradición que ahora se recupera.

El parque Periurbano de La Dehesa se transformará en un espacio deportivo con nuevos circuitos y accesos peatonales

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Hoy se han presentado los avances para la recuperación y puesta en valor del parque periurbano de La Dehesa con la intención de darle un uso deportivo a este destacado pulmón verde de 20.000 metros cuadrados, donde se van a diseñar circuitos de entrenamientos para diferentes prácticas deportivas. La alcaldesa de Ronda, María de la Paz Fernández, ha destacado que, en la comisión de Obras previa al pleno del mes de julio, se llevará la propuesta de aprobación del proyecto de la pasarela de este entorno, que busca favorecer la accesibilidad y el tránsito por este entorno.

La intención es, “con la ayuda de los propios clubes rondeños”, poner en marcha una serie de circuitos y trazados de nivel que permitan a los deportistas entrenar en las copas de Andalucía y de España: escuelas para rallye de media maratón; dos líneas de Enduro bici; cros a pie para entrenar y celebrar campeonatos provinciales y de Andalucía; y un circuito para entrenar carreteras de montaña.

Una de las actuaciones más destacadas que se está desarrollando en paralelo a este proyecto, en aras de sacar todo el partido posible al espacio verde existente, es la instalación de una pasarela peatonal que conecte ambos lados del parque. Para ello, ya se ha diseñado un proyecto que arroja la creación de una infraestructura con las siguientes características: una anchura constante de cuatro metros para el paso de peatones, siendo la anchura total de la estructura de 4.80 metros. Ésta se debatirá en el pleno municipal correspondiente al mes de julio.

Salvar el desnivel Su característica forma en zig-zag responde a la necesidad de adaptarse a la pendiente natural existente en la ladera izquierda, diseño además necesario para salvar la carretera a Sevilla en su tránsito hacia el primer tramo. En líneas generales, se ha estimado un plazo de ejecución de seis meses para la colocación de esta infraestructura y un presupuesto base de licitación de 710.000 euros (IVA incluido).

“Para haber podido aprobar este proyecto han obtenido las autorizaciones favorables del Servicio de Carreteras, de Vías Pecuarias (porque pasa por al lado de la Cañada Real de Gibraltar) y de Espacios Naturales Protegidos (porque se actúa en un monte público), labores en las que hemos trabajado y que ya hemos salvado gracias al trabajo constante con la Junta de Andalucía”, ha indicado Fernández.

Para finalizar, ha resaltado que “queremos que este proyecto, que estaba en nuestro programa electoral, siga adelante, para ello, estamos buscando financiación con la intención de que las obras puedan arrancar a lo largo de 2025”.

Benarrabá celebró el encuentro joven ‘Workwalley’

Entre los días 16 y 18 de julio el municipio de Benarrabá ha celebrado un Encuentro Joven enmarcado en el proyecto ‘Workwalley’, una propuesta que ha contado con la participación de jóvenes de Benarrabá y de la asociación ‘Atrompikones’ de Villanueva de Algaidas.

Durante las dos jornadas en las que se ha celebrado el encuentro, los jóvenes han participado en una serie de actividades de voluntariado juvenil enmarcadas en un programa socio-digital, entre las que han destacado talleres de corresponsabilidad, un ‘scape room’ sobre ciberseguridad, una gymkana tecnológica o servicio de ludoteca para favorecer la conciliación. Además, el encuentro ha servido para que los jóvenes hayan establecido lazos mientras disfrutaban de dos fantásticas jornadas de convivencia.

El proyecto ‘Benarrabá workwalley’, impulsado por la asociación cultural ‘Veracruz’ de Benarrabá, tiene como objetivo desarrollar una estrategia para atraer y acoger a nómadas digitales y profesionales con libertad de movimiento, promoviendo que estos elijan Benarrabá como destino idóneo. Con ello se busca también revitalizar la economía local, equilibrar el ámbito rural y urbano y fomentar nuevas economías en el mundo rural atrayendo a entidades que desarrollen iniciativas que tengan impacto a nivel social a través del uso de las nuevas tecnologías, como es el caso de la asociación juvenil ‘Atrompikones’ de Villanueva de Algaidas.

Este proyecto se apoya en un estudio sobre teletrabajo y reactivación rural realizado por el Centro de Innovación Social La Noria, Rooral y Fundación La Caixa. En el mismo se establecen mecanismos para evaluar si el entorno rural malagueño posee los elementos necesarios para atraer y acoger a teletrabajadores, subrayando la importancia que estos otorgan al medio natural, a unas infraestructuras adecuadas y a una acogida inclusiva.

El PSOE de Ronda presenta una moción para la construcción de una Residencia de Estudiantes

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La concejal socialista de Ronda, Nerea Marín, ha anunciado una moción que van a presentar en el próximo pleno para la creación de una residencia de estudiantes en la ciudad. Marín subrayó la importancia de esta propuesta para el futuro educativo, social y cultural de Ronda. «El grupo municipal socialista sigue trabajando en propuestas que dan respuesta a las necesidades de los diferentes colectivos y de la ciudadanía en nuestra ciudad». También expresó su deseo de que el Partido Popular reconsidere su negativa a apoyar iniciativas como esta.

La moción llega en un momento en que Ronda ha incrementado su oferta educativa con nuevos ciclos formativos y el grado universitario de Enfermería en el centro Virgen de la Paz, así como la posible implementación del grado universitario de Fisioterapia. Este crecimiento educativo traerá a más estudiantes a la ciudad, lo que, según Marín, crea la necesidad de una residencia de estudiantes para proporcionarles un alojamiento adecuado.

Marín destacó que la falta de una residencia supone una barrera significativa para los estudiantes que desean estudiar en Ronda y afecta negativamente el desarrollo económico, cultural y social de la ciudad. La moción incluye tres puntos principales: Realizar un estudio de viabilidad para identificar la demanda y las necesidades específicas de alojamiento estudiantil en Ronda. Desarrollar un proyecto inicial para la construcción de una residencia de estudiantes, incluyendo un presupuesto y posibles fuentes de financiación. Iniciar contactos y establecer alianzas con Administraciones Públicas para buscar financiación para este proyecto.

    «Queremos que Ronda sea un referente educativo y que podamos proporcionar a los estudiantes un alojamiento adecuado», concluyó Marín, esperando que la moción sea aprobada en el próximo pleno.

    Problemas de vandalismo en la Plaza Tobalo llevan al Ayuntamiento a instalar cámaras de vigilancia

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    Recientemente se ha inspeccionado la plaza Tobalo, ubicada entre San Rafael y la Cruz de San Jorge, que fue renovada en enero con una inversión cercana a los 400.000 euros. La visita tenía como objetivo evaluar los daños causados por actos vandálicos, como el robo de césped artificial y luces LED, que han generado un coste adicional para el Ayuntamiento, repercutiendo en toda la comunidad.

    La delegada de Obras, Concha Muñoz, destacó la importancia de la colaboración vecinal para denunciar comportamientos problemáticos, como los ‘botellones’ que se han registrado últimamente en la plaza. Estas actividades están prohibidas y pueden conllevar sanciones significativas. Es crucial informar a la policía si se detecta este tipo de conducta.

    Para abordar estos problemas recurrentes, el Ayuntamiento tiene previsto instalar cámaras de vigilancia en la plaza y en otros lugares públicos afectados por vandalismo. La licitación para este servicio se realizará pronto, y se espera que las cámaras estén operativas en septiembre. Mientras tanto, la Policía Local ha reforzado la vigilancia en la zona.

    La viceconsejera de Economía presenta los nuevos incentivos de Andalucía TRADE ante el empresariado rondeño

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    En Ronda, la viceconsejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, Amelia Martínez, presentó el primer paquete de incentivos de la agencia Andalucía TRADE en colaboración con la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de las Comarcas de Ronda y Campillo (APYMER). Con un presupuesto de 244 millones de euros, cofinanciado por el FEDER, se espera que estos incentivos fortalezcan el tejido empresarial de la región.

    El acto contó con la participación del secretario general de Economía, José Manuel Alba, y los directores de Financiación Empresarial y Fomento Empresarial de Andalucía TRADE, Ana Sobrecasas y Juan Cruzado junto a al diputada provincial, María del Carmen Martínez y el secretario general de APYMER, Antonio Palma. Amelia Martínez destacó que la inversión total podría alcanzar los 500 millones de euros hasta 2027 y subrayó el apoyo del Gobierno andaluz a la economía de Málaga.

    Antonio Palma, de APYMER, agradeció la oportunidad de presentar las ayudas y destacó su relevancia para las empresas locales. La ventanilla digital para solicitar estos incentivos está abierta desde el 10 de julio, con tres líneas de ayudas disponibles en los programas de Desarrollo Industrial e I+D+i empresarial, que cubrirán hasta el 75% de la inversión.

    Además, se prevé una nueva línea de apoyo a la internacionalización antes de fin de año, con un presupuesto de más de 63 millones de euros hasta 2027. Amelia Martínez resaltó el récord histórico en exportaciones de Málaga y la creciente utilidad de los servicios de Andalucía TRADE para las empresas locales.

    Mujer Herida en accidente de tráfico en la carretera A-397 entre Ronda y San Pedro de Alcántara

    Una mujer de 68 años resultó herida cuando el vehículo en el que viajaba se salió de la carretera A-397, que conecta Ronda con San Pedro de Alcántara. La información fue confirmada por fuentes del servicio de Emergencias 112-Andalucía.

    El incidente tuvo lugar a las 10:00 horas en el kilómetro 1 de esta vía, dentro del término municipal de Ronda. Por motivos aún desconocidos, el automóvil salió de la calzada y quedó en un andén de cierta profundidad.

    Al lugar del accidente acudieron efectivos del Consorcio Provincial de Bomberos, la Guardia Civil de Tráfico y servicios sanitarios. Tras rescatar a la mujer del vehículo, fue trasladada en ambulancia al servicio de Urgencias del Hospital de la Serranía, donde permanece ingresada.

    Las causas del accidente todavía están bajo investigación.

    La Estación de Autobuses de Ronda retoma sus obras para transformar el área urbana

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    Han comenzado los trabajos para concluir la estación de autobuses de Ronda, ubicada junto a la biblioteca comarcal Adolfo Suárez. Actualmente, las obras se centran en la división de los locales comerciales y en las tareas de accesibilidad, y se espera que se prolonguen un poco más de un año, según anunció la alcaldesa, María de la Paz Fernández, durante una visita al sitio.

    “Todas las actuaciones proyectadas en esta área de la ciudad van a revalorizar una zona muy transitada que ha estado degradada durante años”, afirmó la alcaldesa. Fernández recordó que, además de la ampliación de los andenes para los autobuses que llegan diariamente a la ciudad, ya se han completado las obras de la pasarela que eliminará el paso a nivel entre la avenida Victoria y la calle Guadalcobacín. Asimismo, la creación de una nueva plaza junto a las instalaciones educativas está en su fase final.

    Los trabajos han sido adjudicados a Miguel Pérez Luque S.A.U. por un importe de 1,5 millones de euros. La constructora tiene un plazo de 18 meses para finalizar el proyecto. La actuación incluye la construcción de oficinas, hasta doce andenes para autobuses, una zona de cafetería, consigna, servicios y un área comercial, todo ello sobre una superficie de 1.500 metros cuadrados.

    Durante este periodo de ejecución, también se contempla que ADIF amplíe el puente ubicado a la altura de Dolores Ibárruri, que pasará de tres a catorce metros, mejorando la seguridad y accesibilidad para peatones y vehículos. Además, ya se ha finalizado prácticamente la construcción del vial que discurre en paralelo a la línea de ferrocarril Ronda-Algeciras, y que también se ampliará para dar salida a los autobuses que lleguen a la nueva estación.

    “Nos encontramos ante un proyecto transformador que mejorará todo este entorno y que en los últimos años ha sufrido un cambio significativo para los rondeños, ganando en espacios públicos, accesibilidad y servicios a su disposición”, concluyó la alcaldesa al término de la visita.

    RondArte conmemora el 400 aniversario de Vicente Espinel con una ruta teatralizada en la Noche en Blanco

    El pasado viernes 12 de julio, los miembros de la asociación RondArte participaron activamente en la Noche en Blanco, presentando una ruta teatralizada sobre Vicente Espinel, en el marco de la conmemoración del 400 aniversario de su fallecimiento. Esta actividad cultural destacó por la dedicación y el esfuerzo altruista de todos los participantes y voluntarios, quienes realizaron un trabajo minucioso y bien documentado, tanto en el ámbito histórico como lingüístico.

    La representación se desarrolló en pleno siglo XVI, con diálogos que capturaban la esencia del lenguaje de la época, y un vestuario meticulosamente seleccionado para reflejar fielmente la moda del tiempo de Espinel. El recorrido de la ruta también fue cuidadosamente diseñado para seguir las huellas de Espinel en Ronda, brindando al público una experiencia inmersiva y educativa.

    El objetivo principal de esta representación era acercar la figura de Vicente Espinel a la ciudadanía de una manera atractiva y accesible. A lo largo de la ruta, los asistentes tuvieron la oportunidad de conocer a personajes contemporáneos de Espinel y descubrir diversas curiosidades históricas de Ronda. Esta actividad no solo celebraba la vida y obra de Espinel, sino que también fomentaba el interés por la historia local y la literatura.

    La respuesta del público fue ejemplar; los asistentes demostraron un gran respeto y silencio durante toda la representación, permitiendo que la atmósfera creada por los actores se mantuviera intacta y se viviera plenamente. Esta actitud del público contribuyó significativamente al éxito del evento, creando una conexión especial entre los artistas y los espectadores.

    En resumen, la ruta teatralizada sobre Vicente Espinel organizada por RondArte no solo logró conmemorar adecuadamente el 400 aniversario de su fallecimiento, sino que también ofreció una experiencia cultural enriquecedora para la comunidad de Ronda, destacando la importancia de preservar y celebrar la historia y el patrimonio local.

    GOYESCA VS. MELONES (I) 

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    El tipo del tatuaje de la cobra en el pecho me abordó por detrás con el sigilo de la salamanquesa, al tiempo que me echaba su aliento pegajoso y húmedo en el cogote: yo estaba sentando en un taburete de plástico de esos que dicen minimalistas, amarillo por más señas, un tanto incómodo, la verdad y todo sea dicho, y noté cómo el poco pelo que me queda se impregnaba de un tufo agrio a cerveza alemana y hamburguesas atrasadas. A mí aquel tipo me dio mala espina desde que lo vi entrar con su flamante chupa de cuero: desde el mismo instante en que puso las llaves de su Harley encima del mármol del mostrador supe que era uno de esos personajes a los que por nada del mundo quisieras tener por vecino de bloque y mucho menos por compañero de andamio.  

    Pero así eran las cosas: yo estaba allí: él estaba allí: los dos estábamos en La Moto de Buda y eran las dos de la madrugada, bien pasadas. Algunos hablaban de la movida en Francia: del coito interruptus del que había sido víctima Madame Le Pen: otros debatían sobre la selección española, a la que ya son muy pocos los que llaman La Roja: en fin, nada del otro mundo. Entre el personal que se esparcía a lo largo y ancho del local la que más se hacía notar era una rubia del tamaño de Édith Piaf, que decía ser de la Bretaña: hablaba en un español bastante correcto y llevaba minifalda a juego con unas gafas de sol cuya buena factura se veía de lejos: maldecía a la tropa de Mélenchon y a Mbappé lo llamaba negro, directamente: «Paguísss ya nunca volveggá a ser una fiesta. La France est morte!», eso decía con su vocecita de gorrión sediento mientras se ayudaba a olvidar los malos resultados de la derecha francesa a golpe de Pernod casi libre de agua: yo no podía entender cómo en un cuerpecito de dimensiones tan ajustadas podían caber tantos tragos de aquel mejunje que de tan empalagoso como era se abría sitio: por derecho propio: entre el áspero olor de la cerveza derramada por en suelo, por las mesas, por la barra. 

    —Yo soy el que te mandó recado con el municipal… Hay alguien en el local que quiere hablar contigo —eso me dijo el tipo de la cobra tatuada en el pecho.  

    Miré acá y allá, escudriñé los rincones, fijé la mirada en los reservados donde tipos y tipos, tipas y tipos, tipas y tipas se comían los morritos y comparaban tatuajes y hablaban de motos y de escapes y de aditivos para la gasolina y de las curvas de la venta del Madroño: miré, miré muy bien, pero no encontré a nadie que mostrara el menor interés por mí. Fue entonces cuando recordé que aquella tarde había dejado sin echar la cadena a la cancelilla de mi puesto de melones: era una buena excusa para darme el piro, pero no me atreví a decirlo. Supongo que tú también hubieras hecho lo mismo de haber tenido a aquella bestia echándote el aliento en el cogote, con su cobra a punto de atacar y las llaves de la Harley expuestas a modo de catana en lo alto de la barra. 

    —Vale, espero, aquí estaré —dije. 

    El tipo se encaminó al rincón donde reinaba una mesa de billar americano, pidió unas servilletas para secarse el sudor de las manos y fue entonces cuando yo y todos pudimos observar su pericia con el taco: un artista eso es lo que era: pesaba ciento diez kilos, tal vez más, pero tocaba la bola con precisión de cirujano: de un cirujano de esos que operan de fimosis a los hijos de los ricos en las clínicas donde solo entran los adinerados: así es la vida, ya sabes: tú en lista de espera desde hace tres años para que te revisen el marcapasos y ellos llaman por teléfono y en cuestión de media hora tienen en casa una recua de batas blancas: y verdes: para librarles de una uña encarnada, o de un estreñimiento de dos días, o de un hematoma menor en la parte interna de su nalga derecha. Así es la vida, ya te digo. 

    Y esperé: esperé mucho a que alguien se dignase decirme algo: pensé en mi puesto de melones y en el candado que no había echado y en el generador que tal vez se hubiera bloqueado de nuevo dejando sin frío en refrigerador de las cerezas: y así fue corriendo la madrugada, y esperé tanto que las manillas del reloj que coronaba la esquina donde crepitaban las hamburguesas y el beicon y los huevos a la americana no tardaron en marcar las tres y diez, al tiempo que jarras y más jarras de cerveza iban formando una especie de parapeto que no me dejaba ver la cara de las camareras. «La France est morte!» repetía la Edith Piaf de Marbella, que en varias ocasiones había tratado de entablar palique conmigo: sin éxito: yo estaba a lo que estaba y, aparte del candado de mi puesto de melones, nada me preocupaba lo más mínimo: aunque es cierto que todavía ahora me arrepiento de mi falta de cortesía con la francesita de la minifalda a lo Bardot. Era pequeñita: era preciosa: se le perdonaba su pertenencia a los júligans de Le Pen. 

    Las camareras bien sabían que yo era el dueño del puesto de melones de la carretera de San Pedro y pasaban de mí como el gato de la hierbaluisa, reservando sus mejores sonrisas y sus palabras más amables para los clientes que pagaban con billetes de cien consumiciones que no llegaban a treinta. Por un momento yo pensé que las camareras debían de tener algo en mi contra, no sé qué, pero algo que debía pesar no poco en nuestra extraña relación: como si no terminaran de fiarse de alguien que llevaba puesta una camiseta de helados Camy y unos bermudas de rayadillo proleta: tal cual: no hacía falta preguntar para saber que las tres eran conocedoras de que me gano la vida trapicheando con melones y sandías y tomates de Coín y cebollas y melocotones de Tetuán en un recodo de la carretera de San Pedro a Ronda. Tampoco debían fiarse demasiado del dorado de mi peluco de pega, pues cada vez que me llenaban la jarra, tendían la mano con una celeridad que a mí se me antojaba excesiva de todo punto, y decían: 

    —Colega, son siete cincuenta. Y el maní y las almendras corren por cuenta de la casa… 

    —Quédate con el cambio —decía yo, haciéndome el sobrado, mientras atrapaba la cerveza al vuelo y ponía un billete de diez al alcance de su mano. Fueron pasando los minutos: ya digo: y los minutos se hicieron medias horas: el tipo seguía con el billar: el tipo de la cobra en el pecho no fallaba una: los dedos de sus manos se movían a lo largo del taco con la misma delicadeza que si estuvieran acariciando la cabeza de un chihuahua con tres pedigrís: los de los reservados seguían comiéndose los morros: dos se liaron a puñetazos y bocados por la cilindrada de sus motos: las camareras, más que hechas a estos guirigáis a lo Mel Gibson en una de sus peores tardes, subieron el volumen de la música a la espera de que llegaran los dos seguratas que debían andar tomando el fresco en la calle: sonaba lo último de Sabina: después pusieron a la Pantoja: era el día idóneo para un buen Marinero de luces: y sí, en un arrebato de valentía, harto de esperar a ese Tal que quería hablar conmigo, saqué valor y llamé a una camarera. 

    —Chissss! Eh, tú… Sí, tú, la del imperdible en la oreja, no te escondas. 

    —¿Me llamabas a mí, tron? 

    —Te llamo. Ponme una birrita más de barril. Coge estos diez y vas y le dices al nota del billar que lo que es yo no espero más. Que tengo curro temprano mañana, eso le dices. 

    La mujer del imperdible en la oreja llenó una jarra decorada con una bandera de Gibraltar y una Honda CBR: una jarra que completaba la docena: ciento veinte euros llevaba gastados: los melones habían dejado de existir: ella, la camarera, me golpeó con un dedo en la frente y dijo: 

    —Pues se va a mosquear, ya te digo… ¿Tú sabes quién te ha dicho que esperes? Ni te lo imaginas. 

    —Me importa un huevo. Me importa un huevo hasta que sea un madero de servicio… 

    —¡Bingo, colega! Casi aciertas. No sé cómo lo adivinaste, pero ese tipo es un hombre de la confianza total del alcalde. Y si él dice que esperes, tú esperas. Si el alcalde dice que le esperes, se espera. No hay más… Además, dudo que los de la puerta te dejen marchar así como así. 

    Me quedé plantado en el taburete amarillo minimalista. Levanté la espuma de la cerveza con ayuda de una servilleta de papel. Me vi reflejado en el espejo que decoraba la trasera del mostrador y no me gustó nada lo que veía. Y fue entonces, sin aviso previo, cuando el animal de la cobra tatuada en el pecho abandonó el taco sobre la mesa de billar y se llevó el móvil a la oreja: dijo algo y se vino hacia mí y me dijo:  

    —Bueno, todo llega. El jefe quiere hablarte. Ahora. 

    —¿Ahora? —pregunté. 

    —Justo ahora… Antes le fue imposible. Pilla la birra y sígueme. Te podías haber puesto otra camiseta. 

    Me levanté del taburete. El aliento seguía apestándole a hamburguesas atrasadas. Me acompañó hasta un reservado donde estaba el Boss de Marbella: el alcalde inconmensurable: el alcalde que partía la pana en todas las televisiones de España, sobre todo en verano. Noté que todos apartaban sus botas moteras para que pudiéramos llegar hasta donde estaba el Jefe, que así era como se referían todos a un tipo que se movía como nadie entre los juzgados, las saunas y el talego. Imponía, la verdad es que imponía: más miedo que respeto eso me daba: su sola presencia ya te hacía notar lo pequeño que eres en comparación con aquel toro inmenso y sudoroso y hablador como solo pueden serlo los que a nada ni a nadie tienen que temer. Y de qué manera imponía: su panza explicaba que el garito se llamase La Moto de Buda: el alcalde todo, de la coronilla a los talones, destilaba poder pese a estar despechugado, sudoroso, repantigado en una especie de diván que ocupaba lo que dos sillones: ya digo: tan sudoroso como un minero en los buenos tiempos de Linares: arrellanado en toda su majestad inmensa, de su cuello colgaba un Cristo de Dalí que debía pesar doscientos gramos. Si no más.  

    —Yo le conozco —dije. 

    —También yo a ti: es lo bueno que tiene Marbella, que nos conocemos todos. Bonita camiseta… Tú eres el bendito que vende melones en la carretera de Ronda desde que te diera licencia don Jesús. Yo entonces estaba aprendiendo el oficio. ¿Y cómo te va? ¿Vendes mucho? 

    —No está mal. Voy tirando —dije, mientras me acomodaba en una especie de puf, que era el único asiento libre, y añadí: —Aunque se echan muchas horas, no crea. En el verano de sol a sol, a veces más… 

    —Me alegro. Como ya hemos hablado de tu negocio, seré breve y voy directo al grano, porque mira tú por dónde me vas a hacer un favor.  

    —Si está en mi mano —dije, un tanto mosca, la verdad. 

    —Bien, melones, bien, así me gusta, disposición positiva —dijo; y mientras bebía por una pajita de un combinado de color azul, agregó: —Un favor que yo sabré agradecerte, no vayas a creer… De mí te dirán esto y aquello, pero si algo tengo es que cumplo lo que prometo. 

    Ante mi cara de asombro, el alcalde acarició el Cristo de Dalí como si quisiera sacarle brillo, se lo llevó a los labios y con una media sonrisa que lo decía todo añadió: 

    —No te preocupes… Por este santo crucifijo te garantizo que no te voy a pedir nada por lo que puedas acabar en el trullo. Un capricho, eso es todo. Tú confía en mí: confía en el alcalde. Déjate llevar.  

    Se echó hacia adelante para coger otro puñado de cacahuetes y le dijo al de la cobra en el pecho que se largara a por unas birras y que le prepararan otro cóctel: «Con menos Licor 43 y más vodka… Que lo apunten todo en la cuenta oficial», dijo, y no sé por qué pero se me vino a la cabeza una barra de hielo. Después se echó un puñado de cacahuetes salados a la boca y siguió conmigo: 

    —Vamos al tema, que ya mismo amanece, y lo que es a mí, a las ocho me esperan en el ayuntamiento. Tú tienes un primo concejal en Ronda, ¿es así? —Yo asentí con la cabeza: un poco más y doy con la frente en la mesa—. Y tu primo es el que controla las entradas de protocolo de la Goyesca. ¿Estoy bien informado o acaso me equivoco? 

    —Así es. Mi primo Lucas… Le dio por la política. No entiendo qué tiene que ver —susurré. 

    —Pues es muy fácil, chico. Ya te digo que aquí nos conocemos todos. Mañana no hay melones. Mañana, que ya es hoy, te subes a Ronda y le sacas a tu primo dos entradas de sombra para la Goyesca. Y en paz. Dos de sombra eso es todo cuanto te pido. Tampoco es tanto. Piensa en los años que llevas con los melones en la carretera por la cara… 

    Llegó el Urtain de la cobra con las birras, seguido de una camarera que traía el trago azul celeste del alcalde: ahora se confundía el olor a hamburguesas atrasadas con el fresco perfume de la chica. Cogí la que tenía más espuma: siempre me gustó la cerveza con mucha espuma: di un trago y le advertí de que lo que me estaba pidiendo más que difícil iba a resultar imposible. 

    —Lo sé. Por eso mismo hasta que no tenga las entradas encima de mi mesa… Lo siento, amigo, pero hasta entonces tu chiringo de melones queda clausurado. Don Jesús te lo dio y yo te lo quito, así funcionan estas cosas. Mañana mismo van los de Sanidad Municipal para una inspección de rutina. Ya sabrás que aquí todo ha cambiado mucho… El Muñoz y don Jesús tenían otro estilo, pero cada uno es como es y yo voy directo al grano.  

    —Es que no comprende usted que… —traté de decir sin que me permitiera acabar mis argumentos. 

    —Como alcalde de Marbella —dijo— te estoy pidiendo unas entradillas de sombra: nada del otro mundo: para la Goyesca. Y ya ves que te las pido con educación y con varios meses de antelación. ¿Ok? O las entradas de sombra o se te jodió el chollo de los melones, ¿ok? 

    No sabía qué decir. Dos ok seguidos eran algo más que un aviso. Desde que don Jesús Gil y el bueno de don Jaime de Mora y Aragón nos dejaron nada había vuelto a ser lo mismo en Marbella. Antes Roca o la Rubia tiraban de móvil y en cuestión de veinte minutos, no más, tenían no dos sino doce entradas para la Goyesca. Incluso años hubo que las pagaron de su bolsillo. Otros tiempos. Desde que no corren cabras por los pegujales que ahora convirtieron en putos campos de golf por los aledaños de la fuente del Espanto, Marbella y Benahavís perdieron glamur. Ahora cualquiera es alcalde o alcaldesa: acabada la picaresca, triunfó la política. Así que todo vuelve a tener cierto tufo a playa de los sesenta. La normalidad más cutre se apoderó del ayuntamiento, ya me entiendes: se acabaron los salones con jirafas disecadas y los plenos en yacusi a las dos de la madrugada: Marbella ya no es ni sombra de lo que fue ni volverá a serlo. Se hacen de menos aquellos telediarios grabados a las puertas Alhaurín y por ahí… Pero cómo corría el dinero, chaval, ¡cómo pasaban los binladens de mano en mano! Todo el mundo tenía cara de egipcio y cerraba los ojos. Qué se le va a hacer. 

    Así las cosas, apuré la birra sin levantar la vista de la velita que había en la mitad de la mesa. Para mí todo había quedado meridianamente claro: si el alcalde de Marbella me enviaba un comando de Sanidad y no me dejaba vender melones durante los mejores meses del año, yo no podría pasarle la pensión a mi ex: y si no le pasaba la pensión a mi ex, el novio animal de mi ex, que es abogado y tiene un tío juez, pues me iba a joder de lo lindo. Ten primos para esto, eso pensé. Un callejón sin salida, en eso andaba. Por cierto, volví a fijarme en la mesa y sí, no cabía duda, justo debajo de la vela había una oca y un poco más a la derecha asomaba la caja de un Monopoly. La Moto de Buda estaba perdiendo mucho de su look a lo AC/DC. Una pena.  

    —¿Tanto le gustan a usted los toros? —pregunté. 

    El alcalde me miró como yo miraba a los marroquíes que me ayudan en el puesto antes de que comenzaran a caerme bien: me sentí más lombriz que hombre. Centró el Cristo de Dalí en su pechera sudorosa tirando de la cadena y dijo: 

    —En eso me parezco a don Jesús. Ni me gustan los cuernos ni me gustan los toros. Pero sucede que a la tía abuela de Will Tates y a un maromo ruso con el que se pasea por Puerto Banús: sin pagar un chavo, dicho sea de paso: les ha entrado la cosa de Hemingway y Orson Welles y me tienen frito con que les consiga unas entradas para la Goyesca de este año. O sea, melones, chico, que ya sabes, y si no te lo repito: necesito dos de sombra, tú me entiendes: no es cosa de contrariar a la tía abuela de Will Tates ni a su ruso. 

    —Alcalde, usted pídame lo que sea, pero entradas de sombra es demasiado… Yo de política sé un carajo, por no decir que nada, pero usted no sabe cómo funciona esto de Ronda y la Goyesca. 

    —Lo sé, lo sé…  Removí Roma con Santiago y tiré de agenda vip antes de llegar a ti, como te habrás podido imaginar, pero no hay modo de conseguir ni una puñetera entrada de sombra… Mil trescientos euros por cada una llegué a ofrecer en la reventa, pero ni así… Ya nadie quiere saber nada de mí. Ni Fran, ni Cayetano ni el marqués se me ponen al teléfono… Así que aquí me tienes, a las cuatro y media de la madrugada, casi las cinco ya, con unos ardores de muerte y hablando con un puto vendedor de melones: llorando unas entradas de sombra para la tía abuela del amo de Macrosaift y el puto ruso que se pasea por lo mejor de Puerto Banús dejando un pufo en cada tienda. Ya ves: problemas tenemos todos. Tú mismo, pues. O entradas o melones. Y que no vuelva a verte con el letrero de Camy, que pareces un extra de una del Torrente. 

    Recuerdo que  cuando cruzaba el local en dirección a la salida de las cortinas de terciopelo rojo, todo había cambiado: en no más de tres minutos el tugurio se había convertido en un karaoke de gran nivel. Habían descolgado una pantalla, que debía estar oculta en el falso techo, y habían repartido micrófonos inalámbricos por parejas. Los alemanes se marcaban un Lili Marleen estirando el estribillo hasta detener los ventiladores. Édith Piaf cantaba La vie en rose mientras agitaba los hielos en su vaso de Pernod. Casi sin agua.  

    En fin, me dije, mañana será otro día. «La Frace est Morte!» me había dicho la petite francesa a modo de despedida. El alcalde se disponía a abandonar el local por la puerta trasera, donde le esperaba un buga oficial. Se notaba que no era la primera vez que la utilizaba. Hizo un gesto como de escribir en el aire: en dirección a la caja registradora: y la camarera del imperdible en la oreja le correspondió con una especie de mueca que lo estaba diciendo todo: sí, sí, sin problema, a ver cuánto volvemos a tenerle por aquí, señor alcalde, un grande, eso es usted, cuente con mi voto… Pensé en la barra de hielo donde el tabernero del chiste anotaba las consumiciones de la clientela. ¿Cuánto tiempo hacía que no cruzaba palabra con mi primo el concejal? ¿Tres años? ¿Desde el entierro de la abuela Lali? Puede ser. Había llegado el momento de retomar el contacto.  

    Abandoné La Moto de Buda. Caminé hasta la pensión pensando en qué coño hacía una oca en un tugurio como aquel. Las dos horas escasas que conseguí dormir me las pasé soñando con el abogado de mi ex.