jueves, 28 marzo 2024
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La Cueva del Gato de Benaoján: un prodigio natural

La Madre Naturaleza, fecunda y eterna progenitora de conjuntos paisajísticos y monumentos naturales, y de paso, modeladora tenaz de relieves montañosos, parece que se recreó particularmente con este rincón natural imprimiéndole a este lugar la apariencia más inverosímil. Se nos antoja que pretendió hacer de escultora y la monumental obra que le cupo labrar parece nacida para provocar la admiración de quienes merodeen por su entorno creando una que no puede por menos que causarles asombro y manifiesta admiración. Es a la conclusión que se llega contemplando las enormes fauces abiertas de un gato ciclópeo capaz de maravillar al más reputado artista naturalista ante la espectacular salida de la espelunca, en las inmediaciones del chacinero pueblo de Benaoján, a media hora por carretera desde Ronda.

   La entrada de la gruta se encuentra en el término de Montejaque y tras el paso a través de lóbregas galerías viene a desembocar en el  benaojano. Entre ambos lugares, horadando desde milenios atrás las entrañas de buena parte de la Sierra de Grazalema, discurre a sus anchas el río Gaudares o Campobuche, que ambas denominaciones recibe. Se trata de un cauce tortuoso y subterráneo que se abre entre  espesas tinieblas. A su paso, crea un fantasmagórico mundo de laberínticas galerías y tenebrosos lagos. Intrincados vericuetos subterráneos y aguas  desatadas conforman un mundo de silencios y piedras que configura galerías e inexplorados lagos henchidos de frías, pero limpias aguas de curso desatado.

   Suficientes atractivos para despertar el espíritu de aventura y aguijonear la mente para despertar el espíritu de aventura a vez que la ilusión de permanecer en escenarios naturales e insólito de quienes arrostrando riesgos que se nos antojan evidentes, sobre todo en épocas lluvias copiosas, pretenden extasiarse con todo lo que su interior desvela. Para los avezados en este tipo de excursiones, que no para los inexpertos, la conmoción se alcanza plenamente.    

    Pero si todo lo que se oculta a quienes ignoren los entresijos de la espeleología es único y sorprendente, no lo es menos a quienes se acercan a la colosal figura de cabeza de gato enfurecido  esculpida en la piedra, Dios sabe por qué milagro de la Naturaleza, tan caprichosa e imprevisible como descomunal para el común de los mortales. Oquedades que figuran ojos y fauces siempre abiertas y amenazantes, hablan del prodigio natural de la cabeza de un felino de proporciones gigantesca. El asombro para quienes se acercan a sus inmediaciones. Para hacerlo más fácil, la administración municipal no ahorra esfuerzos, sobre todo en los últimos años; de ahí el puente construido sobre las aguas no pocas voces tumultuosas del río Guadiaro, hasta hace poco tiempo un obstáculo insalvable para llegar al remanso de paz que la enorme faz del felino de piedra lo preside. 

    Una visita relajante que no puede por menos que cautivarnos ante un panorama insólito que invita a permanecer en sus inmediaciones. Envueltos en un mundo que de verdad viene a redimirnos de la inquietud y el ajetreo común en las grandes ciudades, nos    que no pocas veces añoramos cuando nos vemos envueltos en su tumulto de cada día.

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